Los retrasos en las entregas pueden tener efectos negativos en toda la cadena de suministro, dañando no solo las mercancías sino también la imagen de diversas empresas involucradas en ella.
Retrasos en las entregas y sus consecuencias directas e indirectas
El perjuicio económico está ahí. Es real para el interesado en recibir la mercancía.
Independientemente de que exista o no el pacto de plazo de entrega, el retraso de la entrega puede suponer un problema y conviene ser conscientes y estar preparados para saber reaccionar ante ello:
Cuando se ha pactado plazo de entrega
Si existe plazo pactado y el proveedor logístico supera dicho plazo nos enfrentamos a un incumplimiento de contrato por parte del transportista o persona que debe realizar la entrega.
Cuando no hay pacto de plazo
Si no hay pacto de plazo contractual acerca del tiempo de entrega, entonces debemos apelar al criterio de razonabilidad.
En este caso, hay que intentar establecer y definir los plazos que se deben tener en cuenta para reputar como en cumplida la obligación del porte.
Como podrás imaginar, definir estos plazos no siempre es tarea sencilla. Pero tampoco es misión imposible, ya que existen ciertos criterios para apelar a la objetividad.
Algunas técnicas del sector pueden facilitar al transportista si realmente existe un perjuicio por el retraso de la entrega de la mercancía. Dicha técnica o doctrina propia del sector recoge los daños directos e indirectos que podrían ser ocasionados ante un retraso.
Con esto queremos decir que no es solo cuestión de considerar la pérdida del valor total o parcial de la mercancía, sino que también habría que considerar el daño que puede causar al destinatario el no recibir en tiempo sus mercancías.
Y cuando hablamos de perjuicios para el destinatario podemos estar hablando, por ejemplo: de pérdida de clientes, el impacto negativo en la imagen e la marca a consecuencia del retraso, etc.
Ser lo más precisos posible en las entregas es fundamental para una empresa de logística. Y cuando los retrasos ocurren, deben afrontarlos con responsabilidad primero, y después con gran autocrítica.
Solo así lograremos mantener un alto nivel de competitividad en la empresa de transporte.
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